Capitulo 9. Las iglesias y los templos

 El diseño de iglesias fue uno de los temas más recurrentes en su obra. Como hijo de un cura católico que dejara los hábitos por la “libertad del evangelio”, el diseño de iglesias siempre fue un tema que ocupó un lugar destacado en sus trabajos.

Pueden reconocerse tres principios de diseño principales en tales obras. Por una parte, la cuestión de la “transparencia” como forma de hacer pública las actividades interiores, casi una metáfora de la “nueva vida” abundante que profesan sus miembros, vida rebosante que ciertamente no puede quedar contenida solamente en un templo, sino que necesariamente y por su naturaleza contagiosa misma debe derramarse al exterior. La tradición Católica Romana, muy influenciada por el medioevo tendió a construir una escuela de arquitectura eclesiástica fundada en la idea del misterio. 

De ahí que siempre apele a muros ciegos, con ventanas pequeñas y ambientes interiores oscuros y lúgubres, donde la escala monumental del edificio genera la sensación de pequeñez del ser humano ante la enormidad de un ser divino superior. 

Por el contrario, su concepción de iglesia como edificio transparente, que irradia luminosidad enderredor, trascienden tiempo y espacio, y ubican a sus usuarios en una dimensión diferente, más próxima a la metáfora de la “iluminación” por la fe en el evangelio, al cual se conoce racionalmente con la mente y se lo adopta con el corazón y la intuición, que a la penumbra del “misterio” y el temor a lo desconocido, propio de la superstición. 

La iglesia que de alguna manera sintetiza esta búsqueda es justamente la popularmente conocida como “iglesia transparente”, en Villa Real. Desde los croquis originales de su diseño pueden apreciarse la intención de transportar a los fieles a una experiencia inédita. La inspiración de dos manos orando, representadas en dos enormes macizos de hormigón armado que sutilmente confunden muro y cubierta, se extiende horizontalmente creando una bóveda corrida a la usanza de las antiguas catedrales. Pero a diferencia de ellas, su soporte, en lugar de tratarse de sólidos muros, resulta sostenido por delgados pórticos de hormigón y cerramientos delgados y amplios vitrales de acrílico decorados con colores vistosos y juegos geométricos que permiten aun desde la calle contemplar en detalle las actividades del culto celebrado en su interior. La impronta que produce el edificio de la Iglesia Transparente en su entorno urbano es notoria, elegido por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como monumento arquitectónico de la ciudad, como resultado de una encuesta realizada a los ciudadanos y especialistas quienes tenían que elegir el edificio más representativo de su entorno dentro de una selección acotada de casos. La selección recayó, según palabras de uno de los jurados, por la “emoción” que produce el contacto visual de cualquier transeúnte, independientemente de su credo, o las personas que participan del culto, con el edificio. Link a historias de Villa Real

Esta alusión con el mundo de las emociones no es casual y tiene que ver con las convicciones de diseño de Murillo Luque, quien a lo largo de sus obras permanentemente apela a formas, como en este caso, que por aludir a la excelsa experiencia de la oración, despierta en el observador, sea creyente experimentado en oraciones o no, una empatía natural con la obra, un dialogo que cuando se profundiza conduce a quien se interne en sus espacios a descubrir una amplia gama de recursos estilísticos y gestos que imbuidos en el sentido de compartir la “luz del mundo” comunican en forma contundente y lejos de todo tipo de misterio la belleza de una congregación reuniéndose para celebrar la experiencia de disponer de una “nueva vida”. El edificio no es ciertamente el monumento, sino el marco del verdadero monumento que son las “piedras vivas” acogidas en su interior. Link a wikimapa iglesia transparente

Igualmente, para quien se encuentra dentro de la iglesia estos enormes paños vidriados permiten el contacto fluido con el exterior, especialmente invitando a la contemplación del cielo a través de sus enormes ventanales, complementado con acrílicos en las fachadas laterales. Estos ventanales, materializados en acrílicos de colores combinados, proyectan un juego de luces que se reflejan en el piso creando una atmósfera etérea que remite a la reflexión espiritual. El cielorraso, realizado con ollas en desuso, le da un remate sobrio que complementado con las rajas de luz en los laterales, cerrados recientemente por problemas de filtración de agua, mantiene la elegancia en el ritmo y la proporción de los faldones del techo de hormigón. Link a la declaración patrimonio arquitectónico de la ciudad

Esta búsqueda formal, continuaría en el diseño de otras iglesias. Tal es el caso de la iglesia en Avenida del Libertador (casi General Paz) y en la Avenida García del Río (próxima al Parque Saavedra). En ambas pueden reconocerse elementos formales recurrentes, el uso de pórticos para liberar las plantas de apoyos, permitiendo utilizar toda la planta para las actividades de culto. Las transparencias en las plantas bajas, fueron casi como un dogma en todas sus obras religiosas. Asimismo, el tratamiento de las fachadas combinando elementos que enfatizan verticalidad y equilibrio entre la construcción empleando medios artesanales e industrializados, fue otro rasgo característico de sus obras eclesiásticas, tal como el trabajo de pórticos y carpintería en la fachada de la iglesia en la Avenida del Libertador (figura 39).

Experimentó una satisfacción grande cuando una tarde recibió la visita en su estudio de un señor de unos cuarenta años que hablaba con fuerte acento extranjero, presentándose como misionero cuyo trabajo era construir iglesias en barrios de clase media-baja. Luego de haber logrado un numero mínimo de asistencia de fieles, con quienes se ocupaba de erigir un edificio que aunque modesto, tuviera la visión de crecer a futuro. Pedía entonces al centro de los misioneros, que enviara un pastor que continuara la obra y él buscaba nuevos rumbos donde fundar nuevas comunidades-iglesias. Su nombre era “Glen Johnson”, el hijo más pequeño de una familia de labradores rurales, quienes convinieron en pagarle los estudios en un seminario de EE.UU. y sintiendo el llamado de viajar a Argentina. Sus manos eran las de un obrero albañil y con toda alegría le confecciono el proyecto de acuerdo a sus requerimientos. Mientras lo visitaba como director de obra, observó que la gente que pasaba por la vereda y veían a este hombre trabajando solo, le preguntaban por curiosidad qué estaba construyendo. Muchas mujeres que venían de hacer compras pensaban que se abriría un nuevo negocio y él aprovechaba para hablarles en su medialengua sobre los motivos por los cuales estaba edificando una iglesia, solo con la asistencia de algunos pocos voluntarios. Solo cuando la obra alcanzaba la altura para construir la cubierta, entonces traía una cuadrilla, preferentemente de fieles, y con ellos, daba por terminada la obra gruesa, y el próximo sábado inauguraba la Iglesia con el primer bautismo. Pocos días después, entregaba al nuevo pastor las llaves y se mudaba para iniciar las obras de otra iglesia. Imposible no recordar el pasaje bíblico “Irán sembrando y llorando más volverán con regocijo, trayendo sus gavillas”, que emulaba la tarea que Glen desarrollaba muy parecido a la obra de los primeros cristianos. Su ejemplo fue ciertamente inspirador para desarrollar múltiples planteos proyectuales de tipologías de iglesias de distintos tamaños e improntas en los terrenos, tratando de volver en estos trabajos a la reflexión más profunda respecto a la naturaleza del templo cristiano, entendiendo que lo realmente importante es la congregación de fieles reunidos más que la materialidad del espacio donde se encuentra. Esto llevo a planteos de desmaterialización del edificio iglesia reemplazado por estructuras efímeras, proponiendo el simbolismo de asociar la iglesia con un espacio transitorio. 

La enorme espadaña de la Iglesia en García del Río (figura 40), proyectada juntamente con la arquitecta Lucrecia Di Giglio de Bellora marca una evolución en el remate formal. Una estructura de hormigón armado con losas y dos faldones permite lograr el recurso de la transparencia en planta baja, a través de un enorme paño vidriado que enfatiza la verticalidad del edificio con carpinterías laterales y el remate de techos inclinados con una imponente espadaña. La implantación del edificio en frente de un parque público, el parque Saavedra, permite que la espadaña genere la sensación de hito referencial de valor paisajístico con respecto a su entorno urbano. Aunque el uso del ladrillo a la vista y rejas de otros estilos mantiene el recurso del contraste entre paños ciegos y vidriados, texturas lisas y rugosas, y el recurso de las cenefas para crear la sensación de atectonicidad o volúmenes que flotan en el aire. La resolución del partido en un terreno de ante-esquina genera perspectivas que asemejan el edificio a un pájaro posándose en el parque le dan un carácter particular que se complementa con la idea de eclecticismo, por la mixtura de colores, texturas y tratamiento de paños y ritmo impuesto por el diseño de las carpinterías y los paños vidriados.

El terreno donde se erigió esta obra es notablemente reducido: 8,66 por 17 metros, lo cual considerando los múltiples usos que aloja, además del culto, aulas, dependencias, en tres plantas, constituye un logro proyectual digno de destacar. En la resolución del partido, el proyecto sostiene la idea de crear un vestíbulo de entrada del edificio ensamblado con la nave central y la disposición de la escalera que lleva a los pisos superiores recostada contra una de las medianeras. La simetría planteada por los dos macizos de fachada, uno de los cuales oculta el desarrollo de la escalera, permite generar un sentido de conjunto y de ritmo que destaca, pero al mismo tiempo adapta el edificio con su entorno barrial. Link a Libertador 8650

Otro diseño interesante fue el de la iglesia de Bernal. El mismo disponía de un terreno también entre medianeras, pero de veinte metros de frente y cuarenta de fondo. Como la denominación de la iglesia era Bautista y es su costumbre colocar la cruz en los frentes de sus edificios, decidió incorporar este recurso formal al diseño, pero sin tener una idea absoluta de cómo resolver el partido. Buscando la idea, fabrico un cubo con palos de escobas en desuso de unos cuarenta centímetros de largo. Una mañana, estando sentado en el living de su casa con su esposa, quien se encontraba tejiendo, reflexionando sobre el proyecto de Bernal, tomó las agujas de tejer y clavándolas a un lienzo formó una figura geométrica de gran fuerza escultórica. Mirándolos desde arriba, entendió que las vigas perimetrales de veinte metros serian demasiado altas, y la puerta de entrada, serían de dos metros de ancho, y por ende, jamas servirían de columnas reduciendo así la altura de las vigas. Luego, al ver un resto del paño de terciopelo con el que cocía su esposa, lo arrojó sobre el cubo y para su sorpresa, descubrió que el paño se deslizo sobre la figura geométrica creada, formando paños triangulares de tal belleza, que ya se lo imaginaba construido. Así, el hallazgo, ciertamente no causal pues fue resultado de su pensamiento constante, casi obsesivo sobre el tema por un largo tiempo, imaginándolo materializado con esos altos faldones cortados por tajos de luces de colores uniendo a los suaves triángulos como si estuvieran flotando sobre la base transparente de la planta baja. 




Este repertorio de formas y recursos estilísticos fue adquiriendo también rasgos de monumentalidad en otras obras, tal como la catedral Bautista en Quilmes, cuyos croquis preliminares permiten reconocer la búsqueda de jugar con la luz cenital, en la forma de cruz extendiéndose a lo largo y ancho de todo el edificio (figura 42), creando faldones de hormigón simétricos que responden a una planta también simétrica en la que el espacio central, el cruce de la cruz, la luz cenital dramatiza la función de culto, reflejando en el suelo la cruz proyectada por los rayos solares que se internan en el edificio por el techo.

Otra obra destacable construida es la iglesia en Morón, la cual plantea una fachada monumental a partir del empleo de una serie de columnas que sostienen un friso que juega claramente el rol de remate del edificio, con una serie de buñas realizadas en la mampostería creando un ritmo que se repite en un segundo friso, como remate final. 

Un detalle notable del diseño es que las columnas se juntan abajo sosteniendo un plantero que proporciona al conjunto un fuerte sentido de atectonicidad. La obra es bastante particular en el repertorio de Murillo Luque ya que trabaja la idea de atectonicidad a partir de columnas delgadas pero trabaja en paralelo la idea de grandes volúmenes ciegos que responden a la necesidad de una planta alta en la nave principal y plantas sucesivas que son tratadas en fachadas como volúmenes separados. 




Es así como el uso del paño ciego trabajado con molduras y bunas, ya tradicional en la resolución de fachadas de iglesia, es reinterpretado en este caso para enfatizar la monumentalidad de las columnas y recrear la fachada como una sucesión de volúmenes. Considerando el entorno barrial metropolitano donde se inserta el edificio, de viviendas humildes, puede apreciarse su aporte como hito, referencia y mojón. La cesión del hall de entrada al espacio urbano constituye también un gesto valioso de generar calidad para el vecino peatón, en general, y para quienes se acercan a la iglesia, en particular. El activo trabajo de esta congregación ha mantenido el edificio en perfecto estado a lo largo de décadas de intenso uso, reforzando la idea de producir arquitectura capaz de sobreponerse a los desafíos del ciclo vital de los edificios, manteniendo estándares de calidad sin demandar enormes costos de operación y mantenimiento.Link a iglesia en Garcia del Rio

Sin duda, el repertorio de diseños de iglesias aporta a su obra elementos que vuelven a repetirse en otros tipos de edificios, como viviendas y fábricas. Es que el diseño de iglesias, desde muy temprano produjo una fuerte impronta en su espíritu para concebir la arquitectura como templos cuyas formas albergan actividades que transmiten albergan actividades que transmiten un mensaje más trascendental. Y es esta convicción de lo sagrado en todas las cosas, que lo llevó a desplegar múltiples recursos proyectuales para materializar obras, en las que lo construido dialoga fluidamente tanto con lo material como con lo inmaterial. 

Estos recursos específicamente aluden a dos principios fundamentales de diseño presentados previamente: Transparencia, como un principio proyectual, materializado en espacios que fluyen al exterior y que al mismo tiempo pueden ser percibidos desde el exterior como una platea privilegiada de espectador, una verdadera metáfora del “mundo” que observa como viven su fe los fieles y flexibilidad, aunque las plantas de sus iglesias responden a las necesidades de un cierto culto, la organización de sus espacios permiten modificaciones y adaptaciones permanentes, en parte respondiendo a una necesidad muy concreta de congregaciones que crecen permanentemente y varían sus actividades y en parte también como una búsqueda de facilitar la experiencia de la iglesia que cobija a sus miembros facilitándoles una gama muy amplia de espacios e instancias de encuentro e intercambio, más que una nave central donde todas las perspectivas confluyen y donde se ubica generalmente el púlpito. 

Hay en su obra una intencionalidad marcada que las iglesias transmitan la idea de que cada miembro es un sacerdote y que la comunidad reunida, la “eclesia”, es quien es el protagonista principal de la reunión, y no solamente quien ejerce la palabra desde el púlpito. Finalmente, un ultimo rasgo digno de destacar es la volumetría puesto al servicio de elevar a sus usuarios, no en el sentido de las catedrales de empequeñecer al ser humano aplicando una escala edilicia desproporcionada, sino en el sentido de crear la sensación que sus edificios en cualquier momento arrancaran vuelo, como aves etéreas, pero de hormigón armado, una metáfora poderosa del arrebatamiento, aquel acto portentoso cuando Jesu-Cristo regrese a juzgar la tierra y lleve consigo a su Iglesia.

Otro caso emblemático de diseño de Iglesia es su proyecto en la localidad de Tecka, cerca de Esquel en la provincia patagónica de Neuquén. Dado la rigurosidad del clima de esta localidad austral, el diseño procura una forma compacta y eficiente para mantener la energía. Coherentes con sus principios proyectuales planteo una planta cuadrada en el que los bancos de la congregación se distribuyen de una manera radial, dejando solo unas pocas columnas que no estorban las visuales de los usuarios. A pesar de la sencillez del planteo, el edificio transmite en forma elocuente una arquitectura con una fuerte mímesis con su entorno.





Una de sus últimas iglesias, que lamentablemente no se construyó sino quedo solo en el proyecto es la Iglesia de Viedma. En ella vuelve a la búsqueda que iniciara en el proyecto de la iglesia de Quilmes, trabajando a través del techo una composición de fachada que transmita las ideas de transparencia y proyección de luces y sombras arrojadas en el interior reproduciendo la forma de una cruz. Una vez mas, el uso del contraste entre paños vidriados y ciegos, en este caso materializado en la forma de los faldones del techo, y los muros que en cierta medida se confunden con los jardines del edificio, son interrumpido por una amplia escalinata, marcando un ritmo de conjunto que a pesar de tratarse de un edificio proyectado para una esquina de dimensiones escasas, genera perspectivas exteriores e interiores de gran amplitud. Este proyecto incursó en otros giros estilísticos como el planteo de cuatro fachadas diferenciales y asimétricas, así como morfologías en las que relaciona pirámides con cono truncados buscando generar espacialidades interiores que se relacionan en forma secuencial con los espacios exteriores y entre si a través de recorridos circulares.

Una de sus últimas iglesias, que lamentablemente no se construyó sino quedo solo en el proyecto es la Iglesia de Viedma. En ella vuelve a la búsqueda que iniciara en el proyecto de la iglesia de Quilmes, trabajando a través del techo una composición de fachada que transmita las ideas de transparencia y proyección de luces y sombras arrojadas en el interior reproduciendo la forma de una cruz. Una vez mas, el uso del contraste entre paños vidriados y ciegos, en este caso materializado en la forma de los faldones del techo, y los muros que en cierta medida se confunden con los jardines del edificio, son interrumpido por una amplia escalinata, marcando un ritmo de conjunto que a pesar de tratarse de un edificio proyectado para una esquina de dimensiones escasas, genera perspectivas exteriores e interiores de gran amplitud. Este proyecto incursó en otros giros estilísticos como el planteo de cuatro fachadas diferenciales y asimétricas, así como morfologías en las que relaciona pirámides con cono truncados buscando generar espacialidades interiores que se relacionan en forma secuencial con los espacios exteriores y entre si a través de recorridos circulares.

Tales resultantes de su arquitectura, espacios amplios, transparencias, atectonicidad, etc, aplicada a la arquitectura de iglesias materializa la idea de construir promesas de eternidad, al traer la reflexion sobre el camino al cielo a quienes se internan místicamente por los espacios interiores de tales edificios, así como quienes circulan por sus proximidades.

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