Capitulo 11: Eco-proyectos para transformar la sociedad
Junto con el diseño de iglesias y escuelas, los edificios para albergar actividades de organizaciones no gubernamentales persiguiendo objetivos sociales, ocupó un lugar muy importante en la agenda del arquitecto. Se trataron de varias obras entre las que se cuentan, un hogar de transito infantil, pensado para albergar niños en proceso de adopción, en ese periodo tan difícil en que quedan en la tutela de los juzgados, de modo de disponer de espacios agradables y amigables, fundamental para su inserción en sus nuevas familias y desarrollo posterior.
Puede observarse en sus diseños una decisión muy relevante: Los hogares deben parecerse exactamente a eso, a hogares. A diferencia de la visión típica de la época de entender un “hogar” como un lugar donde conviven personas amparadas por el estado, o alguna institución filantrópica, situación reflejada en la vetustez y sobriedad de sus edificios, el planteo arquitectónico en este caso fue diferente, trabajar con la noción de un hogar colectivo, a través de un edificio que evoque tranquilidad y sosiego, pero al mismo tiempo capaces de albergar y representar identidad. La noción de una “casa grande” amplia, generosa en sus espacios, diversa en sus texturas y en las identidades que evoca, fueron las estrategias proyectuales más importantes desplegadas. En este proyecto, se avanza en el diseño de detalles, tal como la combinación de texturas, piedra, madera y grandes paños vidriados que se extienden desde el piso hasta el triangulo del techo, jardines colgantes, chimeneas y escalinatas, recursos combinados para generar amplitud y reposo, de modo que los niños en tales instituciones encuentren espacios donde sentirse a gusto, pero al mismo tiempo, se sientan protegidos por una institución amplia y generosa que los contiene.
Otro proyecto, en este caso en la localidad de La Lucila en la provincia de Buenos Aires, plantea un edificio organizado en un lote entre medianeras en el que se distribuyen ambientes y patios que generan una variedad de espacios privados, semi-privados y públicos pensados para favorecer la interacción entre los distintos habitantes, generalmente con edades diversas, pero al mismo tiempo preservando la quietud y privacidad propio del espacio doméstico. Es importante destacar que sus diseños resultan de una fértil discusión en torno al rol de las organizaciones no gubernamentales, particularmente la cuestión de la ayuda al menor necesitado, que en la época en que fueran construidos (1980’s) comenzaba a emerger con gran relevancia y se consolidaría como verdaderos movimientos sociales en las décadas siguientes.
Tales discusiones influyeron decisivamente en la adopción de partidos audaces, en los que la ubicación de dormitorios en torno a corredores y patios, procuraron recrear la situación de convivencia, pero al mismo tiempo preservando la quietud y privacidad. Otra cuestión relevante es que tratándose de un hogar de transito, el diseño tampoco debería poseer rasgos de identidad demasiado fuertes que compitan con el necesario arraigo a sus hogares definitivos. Tal tema busco resolverse a partir del tratamiento uniforme de todas las habitaciones, que aunque singulares y diversas, repetían un esquema institucional que incentivan la interpretación de espacio de tránsito, hasta la asignación definitiva de sus hogares definitivos. También es digno de destacarse que el trabajo con el tercer sector dio lugar a numerosas búsquedas constructivas utilizando materiales industrializados que fueron utilizados en prototipos diversos de arquitecturas económicas y rápidas de erigir para satisfacer necesidades de urgencia y flexibilidad de usos en forma recurrente que le permitió incursionar en nuevos recursos estilos y funcionales.
Un caso particular es la renovación del Hogar “El Alba”, fundado por William Morris, en Longchamps (figura 53). Se trata de un conjunto de antiguos edificios que habiendo caído en desuso requerían importantes obras de mantenimiento para volver a operar. El proyecto buscó recuperar un camino diagonal del hogar desde su fundación, que se había perdido a lo largo de los años de desuso, reforestando su añosa arboleda y reconstruyendo el casco principal, que concentra los principales edificios del establecimiento, restaurando algunos y construyendo otros nuevos.
Esta obra encarna algunos de los valores que vinculan la arquitectura con el desarrollo regional en forma integral, proponiendo una estrategia de implantación de diversas actividades, escuelas de artes y oficios, viviendas, huertas, etc. persiguiendo un objetivo de promoción y desarrollo social. El componente espiritual no estaba ajeno, de modo que el espacio central de la rotonda de remate está dedicado a una iglesia que fuera totalmente restaurada del estado ruinoso en que se encontraba. La planta del establecimiento transmite un símbolo poderoso: El largo camino arbolado conduce a la sabiduría más elevada, la fe. A lo largo de ese camino surge todo lo necesario para la vida, las escuelas, los distintos establecimientos micro-productivos, el área deportiva y recreativa, etc. pero el fin último siempre, es llegar a la rotonda, más allá del simbolismo que encarna la planta, también el proyecto plantea recorridos diversos, siguiendo una zonificación de jardines y áreas dedicadas al trabajo, el estudio, la residencia y el esparcimiento, concebida como una ciudad autónoma, apelando a todos los recursos disponible de la técnica para generar energía, alimentos, y todo aquellos necesario para la subsistencia y el progreso. De alguna manera la idea central es precisamente esa, enseñar a los pupilos conceptos esenciales para ganarse la vida a nivel individual, así como ideas más avanzadas a explorar para generar desarrollo en forma colectiva. De hecho, llama la atención en este proyecto, el planteamiento de laboratorios y áreas de innovación en el campo de la agro-industria, pensados estratégicamente como factor de oportunidad para el desarrollo de micro-emprendimientos por parte de alumnos y egresados del establecimiento.
Los diversos proyectos que integran esta área de trabajo aportan una nueva dimensión a su trabajo: El interés por materializar en edificios y espacios, los esfuerzos institucionales por brindar hogares y posibilidades de progreso. Particularmente la niñez desamparada, la cual, al igual que los enfermos mentales o las comunidades originarias, presentan en la sociedad Argentina, niveles de vulnerabilidad muy marcados. Construir para ellos edificios que los contengan significa en su obra algo así como materializar una promesa de un futuro más justo y al mismo tiempo, poniendo en evidencia una lección fundamental de humanidad para el resto de la sociedad.
Una obra posterior es un hogar estudiantil proyectado a partir de una pauta de articular volúmenes edilicios generando patios interiores. Dicho hogar estudiantil fue proyectado siguiendo una lógica de pabellones, agrupando a los estudiantes por sexo y edad, pero materializado en un partido que minimiza el uso de corredores largos, y apela en cambio a circulaciones en zigzag, en todo momento al contacto con el exterior y generando espacios informales de reunión e intercambio. Los espacios de dormitorio se resuelven en planta alta, mientras que los usos diurnos en la planta baja con un planteamiento flexible de áreas libres subdivididas por mobiliario que se adapta a usos diversos.
Una obra posterior, el reciclaje y refuncionalización de un hogar de ancianos en San Martín, dio oportunidad de experimentar sus principios proyectuales con el reciclaje de una obra existente construida en estilo colonial. El desafío no fue menor. Significaba trabajar con la fuerte impronta del estilo colonial con sus propios postulados arquitectónicos descriptos previamente. El hogar San José, es una institución del estado donde personas de bajos recursos, originalmente solo ciegos, ampliado luego para recibir también personas ancianas, son atendidos en sus necesidades básicas. Como muchas de las instituciones publicas, suele disponer de diversas dependencias en desuso. El arquitecto planteo un plan de refuncionalización de las instalaciones, como ya lo había hecho en el hogar El Alba, proponiendo una serie de intervenciones dirigidas a introducir la actividad microemprendedora como terapia y también salida laboral de los internos. El proyecto gira en torno a la recuperación de los accesos al predio, diferenciando los publicos, para visitantes y personas del entorno, de los privados para los internos. Los edificios reproducen una estética neo-colonial de gran valor que el proyecto busca preservar y poner en valor, especialmente por insertarse en una zona depreciada, rodeada de asentamientos informales y complejos habitacionales populares, donde rasgos estilísticos de edificios de este tipo son escasos y hacen al acervo histórico del desarrollo urbano de la zona.
El predio es uno de los pocos espacios verdes de la micro-región y existía en el momento en que se realizara el proyecto una enorme presión por responder a dicha demanda permitiendo a los vecinos usar el parque de la institución. A través de una zonificación de recorridos y espacios publicos y semipúblicos, plantado de arboles y equipamientos para personas con discapacidades diversas, el proyecto materializa principios de inclusión a través de recursos arquitectónicos concretos en un marco social de alta vulnerabilidad.
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